sábado, 9 de abril de 2011

Trailer promocional de la novela

Un esbozo...

Novela intimista ambientada en el París bohemio de finales del XIX que toma como protagonista al pintor Henri de Toulouse-Lautrec y como argumento el que pudo ser un episodio de su vida en torno a la creación del retrato de Céline, joven prostituta y bailarina de cabaret, con quien entabla una relación sentimental a través de la cual nos acercamos a su compleja personalidad atormentada y su insaciable espíritu creador. Adentrándonos en las noches de Montmartre los bebedores de absenta exorcizan sus demonios, los lenocinios erotizan su cotidianeidad con perfumes de mujer y humo de cigarros, los escenarios donde se proyectan las luces y sombras entre candilejas, así asistimos a la vida parisina de los bajos fondos, donde algunos esperan que sus sueños se conviertan en una nueva oportunidad mientras la ciudad avanza en continuo cambio hacia el progreso y la modernidad.
Bermellón es un fresco literario siguiendo los mismos patrones que hubiera utilizado el propio Toulouse-Lautrec con una copa del hada verde en la mano frente a una tela en blanco dispuesta a dar forma a sus delirios e imaginaciones.




Título: Bermellón
Género: novela

Autora: Chus Cuesta
Editorial: LápizCero edidiones
Año de publicación: 2010
ISBN: 978-84-92830-28-2
Más información en:
http://www.lapizceroediciones.es

Puedes adquirir este título en
La Casa del Libro
Hermosilla, 21
28006 Madrid
Tel.: 91 432 33 73

Bermellón; rojo vivo.

Con este título conciso, rotundo, Chus, introduce al observador en el ambiente bohemio, en alza, de los barrios de Montmatre y Pigalle, en el París de finales del S. XIX.

Y digo observador y no lector, porque con un estilo directo no exento de dulzura y empatía, parece dibujar con las palabras, detalladamente a veces y con trazos ligeros y rápidos otras, tanto los sentimientos más profundos de los personajes como la realidad en la que están inmersos.

Montmatre, famoso barrio de la bohemia artística, salpicado de agradables cafés y cabarets, cuna de los impresionistas y de muchos de los grandes pintores y personajes relevantes que comenzaron su andadura en las noches de la bohemia parisina.

En el interior del café Mirliton (escenario central de esta historia) se reúnen durante la noche, un grupo de amigos (Rodolphe Danzars, Tapié de Céleyran, primo y protector de Heri, “El Veneciano orgulloso”, pintor, Charles McGregor, maduro poeta homosexual) alrededor de Henri, extraño y doloroso personaje de la vida nocturna de los cabarets.

Amigos, confidentes, con aspiraciones parecidas, con pasados difíciles; torturados por sus realidades, por destinos marcados, por sueños incumplidos, beben y comentan las noticias de “Le Courrier Française”, semanario ilustrado humorístico, literario y artístico, fundado por Jules Roques en 1884, en el que este grupo de bohemios, participan con algunos artículos. Le Courrier Française habla de las fiestas de Montmatre de los bailes, publica artículos sobre gente pobre, el circo, las meretrices, las canciones de Bruant.

En estas misma noches de conversaciones, de música, humo, risas, ruido, el local abre sus puertas igualmente a burgueses, políticos y militares atraídos por el ambiente trasgresor del lugar, provocado por las bromas y el carácter irónico e insolente de su dueño Aristide Bruant.

Bruant, cantante y comediante de tendencia anarquista, se gana a la clientela con sus canciones satíricas, ofensivas a veces y sus espectáculos picantes; con bailarinas provocadoras y jóvenes prostitutas cargadas de sueños y desilusiones a la par; pero el reclamo que consigue unir a todos, independientemente de su status o condición alrededor de las mesas, es la absenta

“El hada verde”, bebida de alto contenido alcohólico, es el afrodisíaco del alma, anestesia momentánea y reina indiscutible de la noche.

Todos los asiduos del Mirliton, tanto los que buscan diversión como los que desean olvidar, consiguen bajo su influjo la evasión perfecta de una realidad oscura y desesperanzada.

Se sienten aún más unidos alrededor de unos vasos de absenta comprobando como la alquimia líquida es capaz de transformar el dolor, la pobreza, los problemas en una euforia ligera, volátil.

Oscar Wilde, también conocedor del líquido precioso, describió sus efectos en una frase: “después del primer vaso uno ve las cosas como le gustaría que fueran, después del segundo, uno ve la cosas que no existen, finalmente uno acaba viendo las cosas tal y como son y eso es lo más horrible que puede ocurrir”.

La otra cara del cabaret (las mañanas, los despertares irreales entre la luz de las cortinas, la resaca, el salto brusco a la realidad, a la tristeza, a los problemas más acuciantes, más duros tras la amnesia provocada por el Hada) lleva al artista, ávido de éxito y escaso de fortuna, a la búsqueda de su musa o en su defecto, de una mujer, de una modelo, a quien plasmar en sus lienzos y cuadernos. La Plaza de Pigalle se llena con sus caballetes, con sus trazos y pinceles al aire, atrapando con ellos junto a la luz, ese rostro joven, ese cuerpo hermoso, de la muchacha anónima que presta su imagen a cambio de unas cuantas monedas,

La autora penetra en la soledad, en la desesperanza, en la confusión que provoca la salida del sol tras una noche oscura, cuando la luz no consigue desplazar las dudas, las inseguridades, los miedos.

Dibuja los valores humanos, con cuidado, con mimo, nos hace sentir el gran esfuerzo que realizan estos seres humanos por seguir, por no dejar la lucha a pesar de las difíciles condiciones de sus vidas, por creer en sí mismos. La ingenuidad de una juventud que a veces se permite soñar. Ensalza por encima de todo La Amistad.

La amistad, la soledad, inseparables, una aparente contradicción que se comprende perfectamente leyendo hasta el final estas páginas aunque su estela de melancolía continúa en nuestro ánimo después de cerrar el libro.

Chus, como Henri, que con sus pinceles va más allá de lo que el ojo ve, se convierte en una especialista en extraer de las personas su esencia “como un cirujano del alma”, y con ello consigue más que contar una historia, extender ante nuestros ojos, entre las páginas de Bermellón, muchos de los retos y sentimientos que independientemente de la época, los seres humanos tenemos encerrados y al mismo tiempo nos muestra una puerta abierta, esa puerta que permite dar un paso más, el paso a la esperanza, el paso necesario para realizar los más íntimos deseos.

Rosa Galán

Bermellón: el cromatismo de la eternal dulzura.

Con la convicción literaria que otorga la genuina intención de las inspiraciones- bajo el auspicio del ingenio- “Bermellón”, de Chus Cuesta, entronca por méritos desgranados de generosidad creadora, párrafo a párrafo, con la Literatura mayúscula, intemporal, persistente más allá de los usos temporales de la creación, para afirmarse como valor universal en la línea de las más grandes obras.
Sé que Chus es autora del Siglo XXI, pero no exagero mi percepción. Sólo Werther de Goethe, su amor derrotado por Carlota y la amistad virtuosa de un amigo verdadero, me otorgó el conocimiento del sentir expresado en la consciencia de una emoción eternal. El Henri Toulouse- Lautrec de “Bermellón”, me ha constatado el amor puro, redivivo y exultante en mi emoción lectora. La sutil descripción de valores universales como el Amor y la Amistad, abarca una concepción literaria inesperada que me ha entusiasmado por la esencia de su genialidad tan sencilla como nada frecuente.

“Bermellón” es una miscelánea de contrastes que narra, acaso con ritmo poético que se capta con el alma, el don de los creadores que es toda una disquisición ante un mundo previsible. Henri, McGregor, el Veneciano, Tapiés, conforman una unidad de nobleza conformada de una lealtad que emociona y asocia con los valores de la amistad excelsa. El devenir de los personajes torna la argumentación narrativa en una oda al amor, al compañerismo a ultranza, al significativo trance de una bohemia enraizada en el espíritu de las rebeldías, la consistencia de las fidelidades y la permanencia de la dulzura.

Chus traza ingrávidas líneas de magistral preciosismo que rubrica la autoridad del ingenio por las letras y una sensibilidad sorprendente que trasciende al propio lector. Sabia es la observación de los invisibles lazos de lo espiritual que se manifiestan a través del Amor y las relaciones personales que son en este libro de una belleza absolutamente embriagadora.

Con toda esta capacidad narrativa, destaca la maestra descripción de la abisal incertidumbre de los sentires que maneja el destino, en apariencia servil, como lo es el del entrañable protagonista Henri. Ahíto de sensaciones en la nobleza de su entorno- que le convierten en hombre libre aun con las cadenas impuestas de las limitaciones físicas- Henri acaba encontrándose con las capacidades de la expansión del alma que vuela ligera hacia Céline, un reto en el paradigma del amor que le da y le quita la vida.

Henri se nos allega en la inquietud del amor que contemporiza con la genialidad y nos transforma la cotidianeidad de lo circunstancial, paradigmáticamente, en la intimista resolución del exclusivo altruismo amoroso. Un altruismo que suaviza las taras, como cicatrices de un impedimento para el propio espíritu de lo batallador, con el dolor de lo consciente y el anhelo esperanzador de lo imposible. El arte y el enamoramiento se conjuntan en color bermellón, como la casualidad de un pincel que obedece los designios de un artista, presto a retratar su propio sentimiento cuando posa el objetivo de su ensoñación personal.

El gran simbolismo de la paradoja en la ausencia, aun con toda la plenitud del fondo de las almas que se separan aprendiendo todo la una de la otra, queda vinculado por el cariño expreso del Amor a pesar del conocimiento de su imposible.
Céline busca la universalidad en el triunfo personal, gracias al impulso de un Henri que le alecciona el alma; un enamorado que guarda celosamente la expresión del Amor infinito que le sublima y le da la espalda. Con todo, sí, amor sublime.

Es sorprendente la facilidad de la autora para mimetizarse, como experta del alma, con tantos conocimientos multidisciplinares que dan clara noción de la profundidad de su espíritu creativo. El reflejo exacto de una época, la interpretación del arte pictórico y literario; la aguzada percepción de la paradoja para resolverla con hermosas sentencias, son algunos de esos conocimientos multidisciplinares que dan consistencia de estilo único a un modo de ser y expresar, literariamente arrebatador.

La vasta extensión de las posibilidades literarias con la eficacia en el ordenamiento de las palabras, muestran de manera ilimitada- los recursos personales como autora lo son- la certeza de la obra maestra, en la intimidad creativa, de una mujer actual, a la altura de los mejores… de épocas pasadas.

Chus no sólo conoce la analítica gramatical, desentrañando la maestría que concibe la lógica ordenada del castellano con pleno dominio, también instrumentaliza esa maestría para canalizar la infinita esencia del alma sentidora; la que se desparrama con ingenio para abarcar la medida de lo eterno a la comprensión humana, con la sencillez de un espíritu muy versado y evolucionado que comprende ciertamente los misterios sobre el prodigio del Amor verdadero.

Después de ahondarme en la versátil ingenuidad de almas tan nobles que contiene “Bermellón”- a pesar de la acerba teatralización de una vida demasiado real que forja en dura fragua el espíritu- perdura una impresión de dulzura resolutiva que me ha convencido profundamente. Mucho habré de leer este libro, convertido en favorito de mi vida, pleno de una retórica intimista de rebosante sabiduría.

Esta lectura me ha dejado la impronta de un deseo “Bermellón”… imaginar la mirada de la autora cuando escribía esta impresionante obra, para poder percibir la magia de un virtuosismo inspirado, capaz de tanto en contadas páginas de inmenso deleite lector.

Después de ser testigo lector de estos ingenios, ahora comprendo en su justa medida las acepciones de goloso y dulce que lleva la dedicatoria de nuestro libro por parte de su autora. Estas impresiones de Literatura mayúscula siempre permanecen y ya voy buscando otro libro de Chus Cuesta. Un destino literario de esta calidad habrá de llegar muy lejos.

Ignacio F. Candela
20 de marzo de 2011